viernes, 9 de junio de 2017

Pablo Rumel Espinoza, escritor: «Hay muchos autores que quieren el éxito inmediato»

La novela de ciencia ficción Hamellion de Pablo Rumel Espinoza (Santiago de Chile, 1983) fue publicada a fines del 2016 por la editorial Contracorriente Ediciones. En la siguiente entrevista, Rumel cuenta detalles sobre su formación en la ciencia ficción, el lugar de literatura de género en el mundo editorial y sobre la postura realista de la literatura chilena.  


¿Por qué decidiste escribir una novela de ciencia ficción si ya eras reconocido como un autor de policiales? ¿Por qué no seguir con lo ya conocido?


Hamellion partí escribiéndola hace un par de años, cuando ya estaba escribiendo policiales y en el fondo creo que es una deuda que tengo importante con el género porque antes de empezar inclusive a escribir policiales, los primeros cuentos que hice eran de ciencia ficción. Desde chico, cuando tenía trece o catorce años llegaron a mis manos libros de Julio Verne y Ray Bradbury, lo que se leía en ese tiempo, cuando se es más joven. Siempre quedé rayando con esas historia, de La tierra a la luna o las Crónicas marcianas. Me gustaba el componente fantástico. Y bueno, con el tiempo uno conoce otros autores, como Philip K. Dick y J.G. Ballard y se da cuenta que puedes dar un enfoque adulto a la temática. Era una deuda que tenía con mis lecturas juveniles. Así me lancé a la ciencia ficción. 


¿Cómo ves en Chile el panorama de la ciencia ficción?


Siempre ha sido underground, ha estado al margen de las grandes corrientes. Hemos tenido a Hugo Correa, en los años 50 y 60, y a pesar de que era una lumbrera con una obra bien trabajada y comentada en su tiempo, aun así siempre fue visto como una forma decorativa. Con el tiempo, en los años 90, Baradit irrumpió con Ygdrasil y hubo un remezón.


¿Se puede tener éxito masivo realizando literatura de nicho? Te lo pregunto por los casos de éxito de autores de nicho como Ballard o King.


Mira, yo creo que sí pero en Chile no. Éxito, cuando hablamos de éxito de nicho, son esos autores que venden veinte mil ejemplares. Baradit y Ortega venden mucho en Chile pero en una realidad muy acotada. No creo que vendan y puedan ser considerados best-seller para la norma americana, que es la vara y medida que tenemos. Finalmente, la literatura de nicho no tiene un mercado asegurado. 

Pablo Rumel Espinoza

Según tú, ¿cuáles son los requisitos para que una obra sea best-seller?


He estado pensando. Yo sé que Ortega tiene una especie de manual y receta de los elementos que debe tener un best-seller. Pero yo creo que el mercado es tan impredecible, que no creo que haya una receta, y si la hubiera no creo que me interesaría seguirla porque encuentro que cuando tú escribes una obra, pensándola para ser best-seller al final tienes que seguir un conjunto de reglas y lugares comunes que para mi modo de ver está en contra de la originalidad. Si quieres experimentar y hacer algo más, tienes que seguir el camino contrario a lo que se hace con un best-seller.



¿Qué opinas de la tendencia nacional a escribir realismo?


Está instaurada. En los años 30 Juan Emar ya lo anunciaba. Imagínate que Juan Emar vivió en París, se codeó con las vanguardias y los surrealistas. Y cuando volvió a Chile se dio cuenta que seguíamos pegados en el siglo XIX con la novela folletinesca y decimonónica, el realismo chato. Él lo denunció. Y han pasado muchos años y seguimos estancados en el realismo criollista y el costumbrismo. El mainstream y los medios no hacen eco de una literatura, y termina siendo endogámica, una literatura que se replica a sí misma y que se mira el ombligo todo el tiempo. Y estamos aburridos de eso.

¿Piensas que la literatura chilena es endogámica? ¿Por qué?

Se enlaza con lo que dije anteriormente. En Chile no sé si exista un circuito claro para ponerse a escribir... iba a decir «hacer carrera literaria». Pero como están dadas las cosas, los escritores se dan cuenta que tienen dos opciones: replicar el sistema del realismo, que está aprobado porque tiene una crítica que lo avala, o lanzarse a la experimentación. Y los que se lanzan a la experimentación le dan la espalda al público y sus obras circulan muy poco. Este el caso de Sergio Meier o Sergio Alejandro Amira, que tienen una literatura de ciencia ficción, de nicho. No han dado con los lectores por problemas de calidad, sino porque el circuito no les da cabida. 


¿Tu formación de periodista ha influido en tu manera de escribir literatura?


A la larga creo que sí. Finalmente todos los días uno está enfrentándose al texto periodístico. Trato de que eso no sea una forma de carga. Un escritor debe asimilar variadas formas de escritura, y la periodística la encuentro demasiado plana, salvo honrosas excepciones. Trato de desligarme de eso porque atenta contra la originalidad y yo quiero leer ese libro que no está.


¿Cómo te ves de aquí a veinte años?


Veinte años es mucho tiempo como para imaginarse en qué puede estar uno. Ojalá que vivo. Estoy concentrado en un proyecto. Creo que me interesa mucho presentar una cantidad de obras y con calidad, pero veinte años es mucho.


¿Te gusta la moda de las obras conspirativas?


Sí, me atrae harto. Me gusta la conspiración, pero no como la versión auténtica de la realidad, sino como una versión paranoica. Y más que la conspiración, me gusta más la paranoia, que provoca causas y conexiones que aparentemente no se ven. A lo mejor no tienen sustento, pero nos hacen reflexionar, como por ejemplo que el hombre no llegó a la luna y que Kubrick lo grabó todo en un estudio. A lo mejor es falso, pero algo de ello puede ser cierto. Eso me atrae de lo conspirativo: uno puede establecer una realidad paralela a la real, y tal vez eso sea muy real. 


¿Cuáles son tus referentes al momento de ponerte a crear?


Siempre tengo en la mente a Ricardo Piglia. Encuentro que es un escritor y lector tremendo y es de estos tipos que están pensando y repensando la literatura. Y cuando me pongo a escribir me imagino que Piglia está detrás de mí, mirándome. Siempre está reprobándome, y eso hace esforzarme.


¿Los escritores jóvenes de hoy creen en la amistad entre sus pares? ¿Dime tu opinión?


Los más ingenuos como yo sí. Y no sólo entre los escritores. Hay una sintomatología general. La amistad es sólo un puente, una excusa para obtener cargos y favores. Y la amistad ingenua de la época de mi abuelo, que podía ser un socialista y juntarse con uno de extrema derecha, no se veía interrumpida por la ideología. Ahora la gente se busca entre lo más parecido. Trata de autorreplicarse.


¿Consideras estúpido querer pasar a la posteridad con tu obra? 


Me parece noble. Hay muchos autores que quieren el éxito inmediato. Quieren que los lean, que los premien. A mí me da lo mismo. Yo disfruto el proceso.